Tormenta

XI. Lo que no aguantaba más.

Para gritar y secar las heridas, para mí o para quien quiera escuchar:

Si no sintiera este escalofrío recorriéndome el cuerpo, ese día habría mantenido fija la vista hasta hacerte entender mis sentimientos. Habría quemado desde mi rabia, palabra por palabra, las veces que siento a la violencia abofetearme la cara.

Te hubiera buscado con los brazos firmes para abrazarte, invitarte a explorar la diversidad de vínculos humanos hasta encontrar uno donde ambos pudiésemos ser, en armonía y en libertad.

Correría con el pecho desnudo para recibir los rayos del Sol, escupiendo en quien intenta censurar mi piel. Habría dejado mi cabeza libre de cabellos y miedos para sentir el cosquilleo del viento.

No estaría escribiendo estos versos, casi desesperados, porque ya habría pronunciado la forma en que el mundo transita por mi cuerpo; encima de las hojas, sobre las facciones de las caras, en la superficie vacía de las paredes.

Si no tuviera miedo, no me ocultaría tras metáforas para proteger mi vulnerabilidad, abriría con fuerza bruta un hueco en el cuello para dejarme salir. Gritaría en la calle mi deseo constante de evaporarme entre las hojas secas y el fuego, al menos por un rato, para circular por el mundo sin inseguridades que me aten el cuerpo.

¡Si no sintiera esta la maldita culpabilidad sobre mis hombros, los demonios de mi vida ya hubiesen sido expuestos!

Si mi voz no estuviera quebrantada, mis emociones correrían por ella como el río que fertiliza la tierra, prepararía el terreno para encontrarme con vos, conmigo misma. Caminaría entre una avenida y otra absorbiendo colores y rostros sin cabecear. Si no tuviera miedo, no tendría ya más que decir.

Publicado por

Eva María

Escribir. Retratar. Vivir.

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